martes, 27 de enero de 2009

El Amante Errante

Una noche de verano, oyó a lo lejos el llanto de un joven, entonces empujada por la natural curiosidad, bajó a la Tierra encarnada en un bello cisne para contemplar aquel melancólico sentimiento. Luna se acercó hasta un lago próximo al joven para poder escuchar sus lamentos:

- !Ohhhhhh¡ desolador murmullo de la Dama del Amor. ¿ Por qué primero me hechizaste con el don del amor y ahora me arrebatas a mi amada, a mi vida? ¿Por qué juegas con el destino y la existencia de los débiles hombres? Maldigo el día en el que ame con todo mi corazón y ella respondió a mis sentimientos de amor verdadero, con falsos !Te Quiero!. ¿No hay lugar en este cruel mundo para el verdadero y eterno amor? ¿ No puedo ser amado?Pero eso ya da igual, por que con la compañía de esta calurosa noche que hiela mis entrañas y con el murmullo de las aguas, quiero segar mi alma y unirme con la nada para no sufrir más.

Después de estas palabras de infinita tristeza, el joven dió fin a la larga vida que le quedaba, apuñalándose con una brillante daga. Pero antes de morir y con su última bocanada de vida susurró: "Te quiero………." Y allí acabó su melancólica existencia.

La Luna atónita y desconcertada empezó a llorar y sus lágrimas de polvo plateado se alzaron al cielo y crearon bellas estrellas. La luna en sus pensamientos de misericordia pensó: "que estas estrellas guíen y reconforten a aquellos que aman con toda su alma, pero no son amados de tal modo".

Cuenta el final de la leyenda que cada vez que no esta Luna en el cielo es porque, triste y desamparada por el recuerdo del joven que murió por amor, se retira al lo mas lejano del cosmos a llorar, porque ella, aun siendo amada, nunca podrá devolver ese amor que los hombres le entregan.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Este blog es espectacular, como todo lo que haces Dama. Es un placer para los sentidos entrar en tu mágico mundo.

Un beso.

*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*