Píramo y Tisbe eran dos jóvenes babilonios que vivieron, según se cuenta, durante el reinado de Semiramis. Vivían en casa contiguas y estaban perdidamente enamorados. Pero sus familias, ferozmente enfrentadas, les habían prohibido verse. Píramo y Tisbe se encontraban en secreto, entonces, a través de una grieta en la pared que separaba sus casas. Y cuando nadie los veía, alimentaban su amor con dulces palabras, aunque apenas podían verse ni tocarse a través de la estrecha hendidura.
Un día, los jóvenes decidieron terminar con ese suplicio y fugarse juntos. Convinieron en encontrarse esa noche a la orilla del río, junto a un árbol de moras. Tisbe llegó temprano, pero al ver a una leona acercarse al río para beber, huyó del lugar, asustada, dejando caer su velo. La leona, manchada de sangre de su reciente cacería, se puso entonces a jugar con el velo. Al llegar Píramo, y ver a la leona desgarrando el velo de Tisbe, manchado de sangre, creyó que su amada había muerto. Desesperado, el pobre muchacho se suicidó atravesándose con su espada. Su sangre bañó las moras, que desde entonces son de color púrpura.
Al ver alejarse a la leona, Tisbe salió de su escondite y volvió a la orilla del río, donde encontró a su novio agonizando rodeado de extrañas moras violáceas. Tisbe no dudó: atravesándose ella también con la espada, se acostó junto a Píramo y se abrazó a él. Poco después los amantes, tal como se lo habían propuesto, partían juntos para siempre.
Según otra versión tal vez aún más antigua, los hechos ocurrieron en la región de Cilicia y Tisbe se suicidó al saberse embarazada, por temor a las represalias de su familia. Píramo, al encontrarla sin vida, la siguió, metamorfoseándose la joven Tisbe en una fuente, y el muchacho en un río. El río Píramo, que conserva su nombre hasta el día de hoy.
Esta trágica leyenda ha inspirado innumerables historias de amor a lo largo de los siglos. Entre ellas, la inmortal Romeo y Julieta, de William Shakespeare.
Dentro de la tradición latina, la morera es conocida como Árbol de Píramo, en honor al joven babilonio y su sacrificio de amor.
(De la web La Lanza del Destino)
Prefijos en el amor
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La culpa fue de los prefijos. Dejamos que se fueran posando en algunas
palabras de nuestro idioma, y acabaron adueñándose de lo más íntimo del
dicciona...
Hace 3 meses
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